René Descartes: la lógica del sujeto
1. Descartes ante la crisis de los saberes
Cuando René
Descartes (1596‑1650) redacta el Discurso del método (1637), Europa vive
una doble fractura: por un lado, la Reforma sacude la autoridad teológica; por
otro, la ciencia de Copérnico, Kepler y Galileo desborda el andamiaje
aristotélico. El filósofo advierte que los escolares «constan de opiniones», no
de certezas, y concibe, en la famosa noche de Ulm (1619), un propósito:
reconstruir la ciencia a partir de verdades indestructibles obtenidas mediante
un método lógico estrictísimo (Gaukroger, 1995).
2. Las cuatro reglas del método como programa lógico
En la
parte II del Discurso formula sus reglas, que podemos traducir a
metalógica:
- Evidencia – Aceptar como verdadero únicamente lo que el entendimiento
perciba clare et distincte. Formalmente: ∀p [CD(p) → V(p)].
- Análisis – Descomponer cada dificultad en unidades cognitivas mínimas,
anticipando la regla de divide et impera que inspira la lógica
algorítmica.
- Síntesis – Reconstruir el problema siguiendo un orden lineal de lo simple a
lo complejo; se perfila aquí la noción de función recursiva.
- Enumeración – Revisar exhaustivamente para garantizar la completitud (completeness)
del procedimiento.
Estas
reglas desplazan el silogismo escolástico (que valida conclusiones sin generar
nuevas) por una lógica constructiva donde claridad y distinción operan
como axiomas epistémicos.
3. Duda metódica: un operador modal de depuración cognitiva
Para
activar el método, Descartes introduce la duda hiperbólica, D, definida
así: D(p) ⇔ “p presenta la más ligera sospecha de error”. La estrategia es
aplicar D a todo el inventario de creencias heredadas:
Primer
estrato. Percepción sensible → ilusiones
ópticas muestran que CD(p) falla, entonces D(p).
Segundo
estrato. Razonamientos complejos → errores
de cálculo, por consiguiente D(q).
Tercer
estrato. Verdades matemáticas → hipótesis
del genio maligno capaz de engañarme incluso en aritmética, ergo D(r).
El
resultado es un vaciamiento: ∀p ∈ S (conocimiento ordinario)
→ D(p). El proyecto lógico busca una proposición ¬D(s).
4. El cogito como axioma reflexivo
En la
segunda Meditación aparece la intuición: «Mientras intento dudar,
descubro que indudablemente pienso, y, por lo mismo, soy». No es per se
un silogismo («Todo pensante existe; yo pienso; luego existo»), porque ese
esquema requeriría premisas susceptibles de duda. Descartes lo presenta como acto
autorreferente: la verdad se actualiza en el instante mismo de la
enunciación, constituyendo un performative self‑verification
(Hintikka, 1962).
Podemos
formalizarlo en epistemología modal:
- Sea Kᵢ operador “yo
sé”. Kᵢ(p) → p por definición de
conocimiento verdadero.
- Definamos p ≡ Yo existo.
- El acto de dudar implica Kᵢ(Kᵢ?) y,
al intentar negar p, quedo atrapado en una contradicción
performativa.
El cogito
se convierte en punto fijo de la red de creencias: es autosuficiente,
inequívoco, no requiere garantía externa y, sobre todo, imposibilita la duda
de segundo orden: la operatoria modal D no lo alcanza.
5. Criterio de verdad: claridad y distinción
El
siguiente paso es elevar el cogito a criterio universal. Descartes
define:
CD(p) = def. El
intelecto percibe p sin oscuridad (claridad) ni confusión (distinción).
Y postula
el axioma epistémico fundamental:
∀p [CD(p) → V(p)]. (PCD)
Pero ¿cómo
asegurar que el intelecto no es permanentemente engañado? Aquí interviene la garantía
divina (dejamos el argumento para la Parte II).
6. Primer esbozo del dualismo ontológico
Incluso
antes de demostrar la existencia de Dios, Descartes vislumbra dos clases de
atributos que no se interpenetran: pensar y extenderse. La mente
se aprehende por intuición reflexiva (pensamiento sin figura); el cuerpo se
concibe como magnitud espacial medible. Lógicamente, si definimos los conjuntos
de propiedades Pₘ y P_b, se cumple Pₘ ∩ P_b = ∅. Esta
disyunción cumplirá un papel central en la física mecanicista y en la filosofía
de la mente.
7. Transición – lo que resta por fundamentar
Hasta aquí,
el edificio lógico cartesiano contiene: un método (cuatro reglas), una
operación depurativa (duda), un axioma fundacional (cogito) y un
criterio de verdad provisional (claridad‑distinción). En la Parte II
abordaremos:
- Demostración de la existencia de Dios y
resolución del círculo cartesiano.
- Dualismo mente‑cuerpo y análisis de la
interacción.
- Física deducida geométricamente.
- Ética, libertad y lógica práctica.
- Recepciones críticas y proyección en la
lógica moderna.
8. La demostración de Dios y el llamado «círculo cartesiano»
Con el cogito
asegurado, Descartes aspira a extender la fiabilidad a todas las percepciones
claras y distintas. Para ello necesita la existencia de un Dios veraz,
incapaz de engañar. La tercera Meditación despliega dos argumentos:
- Argumento de la marca (o causalidad de la idea infinita):
- P₁ (Principio causal): La realidad formal de una causa ≥ la
realidad objetiva de su efecto.
- P₂: Poseo la idea de un ser infinito (realidad objetiva suprema).
- C: Solo un ser realmente infinito puede causarla → Dios existe.
- Argumento ontológico (versión quinta
meditación):
- P₁: Tengo la idea de un ser con todas las perfecciones.
- P₂: Existir es perfección.
- C: Luego Dios, por esencia, existe.
Con Dios
garantizado, se formula el principio de veracidad divina:
∀p [CD(p) ∧ (percibido en acto de buena fe) → V(p)].
El «círculo cartesiano» (Arnauld): la validez de CD depende de Dios y
viceversa. Descartes replica que la certeza del cogito y de la idea de
infinito se da antes del juicio general sobre el criterio, evitando la
circularidad mediante un orden lógico‑genético.
9. Dualismo mente‑cuerpo y el problema de la interacción
Desde la
quinta meditación y los Principios emerge una ontología bicategorial:
Sustancia |
Atributo esencial |
Modalidades |
Res cogitans |
Pensamiento |
dudar, querer, imaginar, sentir |
Res extensa |
Extensión |
figura, movimiento, divisibilidad |
9.1 Exclusión lógica
Formalicemos:
∀x [Cog(x) → ¬Ext(x)] ∧ ∀x [Ext(x) → ¬Cog(x)]. Las
categorías son mutuamente excluyentes, evitando contradicciones de pertenencia.
9.2 Interacción
Queda
explicar cómo se influencian. Descartes propone la glándula pineal como
interfaz fisiológica. Lógicamente, postula una relación causal no localizable
en atributos esenciales sino en leyes de correspondencia ocasional:
Cog‑estado s ↔ Ext‑movimiento m.
Críticos (Princess Elisabeth) señalan la incoherencia de la causa
inmaterial sobre lo material. Posteriores ocasionalistas (Malebranche)
convertirán la interacción en mediación divina continua; Leibniz la reemplazará
por armonía preestablecida.
10. Física mecanicista: deducción geométrica
Descartes
define materia = extensión tridimensional, desplazando las cualidades sensibles
(color, sabor) a meras ideas de la mente. En los Principios II
se derivan tres leyes:
- Inercia relativa: Un cuerpo persevera en su estado relativo al medio circundante.
- Conservación de la cantidad de movimiento: Dios conserva la misma «cantidad de movimiento» en el universo.
- Leyes de choque: Reglas para impactos elásticos‑inelásticos (luego corregidas por
Huygens).
El aparato
lógico es axiomático‑geométrico: de definiciones se infieren teoremas mediante
causación eficiente y conservación. La física cartesiana inaugura la idea de modelo
matemático del mundo y establece las coordenadas cartesianas, donde puntos
↔ pares ordenados (x,y,z), anticipando la fusión álgebra‑geometría.
11. Lógica práctica: libertad, voluntad y moral
Descartes
distingue entre voluntad (infinita) y entendimiento (finito).
Error = afirmar con voluntad aquello que el entendimiento no ve claramente. La
regla moral: restringir el asentimiento a lo claro. Su ética provisional
(Disc. III) se articula en silogismos prácticos:
- P₁: Si
una regla de vida preserva la tranquilidad, conviene seguirla mientras no
haya otra más evidente.
- P₂:
Seguir la costumbre del país preserva la tranquilidad.
- C:
Sígase la costumbre.
La libertad
cartesiana se define como potentia adfirmandi ajustada a la claridad;
por eso, cuanto más clara la idea, más «libre y necesaria» la decisión —una
aproximación anticipada al compatibilismo moderno.
12. Recepción crítica y proyección lógico‑analítica
- Gassendi: acusa a Descartes de reintroducir dogmas aprioristas; defiende
empirismo sensorial.
- Spinoza:
transforma la sustancia infinita en único ser (monismo); cogito
deviene atributo pensante de Deus sive Natura.
- Leibniz:
impugna la inercia relativa y propone fuerza viva, pero adopta la claridad‑distinción
como criterio lógico de verdad simple.
12.1 Formalización contemporánea
Hintikka
(1962) modela el cogito con lógica epistemológica reflexiva:
Kᵢ(φ) → φ y Kᵢ(φ) ∧ ¬Kᵢ(¬φ).
Kripke (1980) identifica el pronombre «yo» como designador rígido, eco de la
innegable auto‑referencia cartesiana. La lógica deóntica de von Wright
hereda la separación voluntad/razón.
La IA y las
ontologías descriptivas (OWL) utilizan taxonomías mutuamente excluyentes
(disjoint classes), reflejo de la diferenciación cogitans/extensa.
13. Conclusión global
En
conjunto, el edificio cartesiano es un programa lógico que reubica la fuente de
certeza en la autoevidencia reflexiva. La duda hiperbólica filtra lo
imperfecto; el cogito establece un axioma indubitable; Dios funge de
garantizador; la claridad‑distinción se vuelve regla de inferencia; la dualidad
sustancial organiza el universo en dos dominios formales; la física se deduce a
priori de la idea geométrica; la ética guía la voluntad mediante la lógica de
la evidencia. La modernidad —desde el racionalismo continental hasta la lógica
simbólica— retoma, critica o refina cada elemento, confirmando que la
revolución cartesiana fue, ante todo, una revolución lógica: el pensar se convierte
en tribunal inapelable del saber.
Referencias
(formato APA 7.ª edición)
- Arnauld, A. (1984). Objections to Descartes’ Meditations. In
J. Cottingham, R. Stoothoff & D. Murdoch (Eds.), The
Philosophical Writings of Descartes (Vol. II, pp. 139‑176).
Cambridge University Press. (Trabajo original publicado en 1641)
- Descartes, R. (1984). The Philosophical Writings of Descartes
(3 vols., J. Cottingham, R. Stoothoff &
D. Murdoch, Eds.). Cambridge University Press. (Obras originales 1637‑1649)
- Gassendi, P. (1984). Fifth Set of Objections. In
J. Cottingham et al. (Eds.), The Philosophical Writings of
Descartes (Vol. II, pp. 179‑216). Cambridge University
Press. (Trabajo original 1641)
- Gaukroger, S. (1995). Descartes: An Intellectual Biography.
Oxford University Press.
- Hintikka, J. (1962). Cogito, ergo sum: Inference or performance? The
Philosophical Review, 71(1), 3‑32.
- Kripke, S. A. (1980). Naming and Necessity. Blackwell.
- Leibniz, G. W. (1996). New Essays on Human
Understanding (P. Remnant & J. Bennett, Eds.). Cambridge
University Press. (Trabajo original 1704)
- Malebranche, N. (1997). The Search after Truth
(T. M. Lennon & P. J. Olscamp, Trans.). Cambridge
University Press. (Obra original 1674‑75)
- Nadler, S. (2013). The Cambridge Companion to Descartes’
Meditations. Cambridge University Press.
- Princess Elisabeth of Bohemia & Descartes, R. (2007). The
Correspondence between Princess Elisabeth of Bohemia and René Descartes
(L. Shapiro, Ed.). University of Chicago Press.
- Spinoza, B. de. (2002). Ethics (E. Curley,
Trans.). Penguin. (Obra original 1677)
- von Wright, G. H. (1968). An Essay in Modal Logic.
North‑Holland.
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